Hay una escena en Suits que justo he visto hoy.
Louis Litt, el abogado más sentimental que un oso amoroso, más impulsivo que un niño en un chikipark y más temperamental que la reacción de un adolescente al quitarle el WiFi, lleva años trabajando como controlar esto con su psicólogo.
Un día, su psicólogo tiene un problema…
…un paciente lo quiere demandar.
Aquí es donde las cosas se ponen interesantes.
Louis quiere ayudarle. No quiere que pierda su licencia.
Su instinto le dice que actúe como siempre lo ha hecho:
Atacar sin piedad. Machacar al demandante en el juicio sin piedad.
Pero esta vez no lo hace.
Algo dentro de él ha cambiado.
La pregunta es:
¿por qué?
Si sabe que, haciéndolo, aplastará al tipo que quiere destruir la carrera de su psicólogo.
Si tiene todas las herramientas para acabar con él en segundos.
Si, en cualquier otro momento de su vida, no habría dudado en hacerlo.
¿Qué le hace frenar?
La respuesta no es obvia. No es lo que piensas.
Desde hace tiempo, Louis ya no es el mismo de antes.
No es que haya cambiado radicalmente… pero ha reescrito algo dentro de su mente.
Ese algo es lo que le impide actuar como siempre.
Y eso le lleva a tomar una decisión completamente diferente.
No va al tribunal.
No juega el juego en el que siempre ha sido experto.
Hace esto:
Se va a hablar directamente con el tipo chungo y consigue que cambie de opinión.
¿Cómo?
Se sincera y le suelta esto:
“Te podría destrozar en un juicio. Pero no lo haré.
Porque sé lo que es ser esclavo de mi peor versión.
Gracias al Doctor ya no soy así, y precisamente estoy aquí por eso.
Vengo a darte una salida.
El doctor me ha dicho que prefiere perder la licencia antes que subirte al estrado , no quiere que te machaque porque sabe que te hundiré sin piedad y no podrás salir de esto.
Está dispuesto a sacrificarlo todo… por tu bien.”
Y cuando vi esta escena, algo hizo clic.
Porque esto no es solo sobre Louis.
Es sobre dinero.
Mucha gente es esclava de su propia mentalidad financiera sin darse cuenta.
Son como el viejo Louis.
Impulsivos. Reactivos.
Presos de creencias que los llevan a tomar las peores decisiones posibles con su dinero.
Y lo peor es que ni siquiera lo saben.
Algunos se dicen a sí mismos que “el dinero es malo”.
Otros creen que “ganar más significa trabajar más”.
Y así, siguen atrapados en el mismo ciclo.
Sin darse cuenta de que el problema no es el dinero.
Es cómo piensan sobre él.
Por eso he montado… Habitación 404.
Para que reescribas ese código mental antes de que sea demasiado tarde.
Para que aprendas a pensar sobre el dinero como alguien que lo controla, no como alguien que siempre está luchando contra él.
Y aquí está el dilema:
Hay dos caminos.
Seguir repitiendo los mismos patrones financieros de siempre, esperando resultados distintos.
O hacer lo que hizo Louis: cambiar la forma en la que ves el problema y tomar una decisión diferente.
No te diré qué camino es mejor.
Eso lo decides tú.
Lo que sí puedo decirte es lo que pasa cuando eliges el segundo.
En Habitación 404, no te damos consejos genéricos.
Te damos las herramientas para romper el bucle financiero en el que llevas atrapado años.
Y muy pronto…
Lo verás.
P.D.: No queda mucho. Mantente cerca.