Mi hijo está estudiando las partes de una redacción, y a veces me pregunto:
¿Cumplo esas reglas a la hora de escribir estos posts?
¿Cuáles?
Introducción, nudo y desenlace.
Eso es lo que dice la teoría.
¡Correcto, my friends!
Hablando de teorías y dinero, hay otra que dice que una pérdida nos fastidia más que una ganancia. Dicen que el doble o más...
¿Fastidia?
¿El doble o más?
Como ves, no te estoy dando datos muy concretos... jeje.
Tranqui, que te voy a dar uno de los buenos, de esos que podrás contar en la próxima charla con tus coleguis.
Incluso, si me apuras, hasta tu cuñado va a flipar.
(Sé que es difícil, pero ten fe en mí, al menos un poco).
Así que… siguiendo los pasos que mi hijo de 9 años me ha enseñado, ¡vamos a ello!
Introducción.
Universidad americana, liga de baloncesto, estadio con poco aforo, pero una fuerte tradición baloncestística.
Principio de temporada. Un día determinado, se reparten los abonos. Los estudiantes no solo hacen colas inmensas, sino que acampan días antes para conseguir el preciado abono.
Al final, dada la elevada demanda, se decide sortearlo.
Unos contentos y otros tristes.
Así es la vida.
Nudo:
¿Cuánto estarían dispuestos a pagar los estudiantes que se han quedado sin abono por una entrada para ver un partido?
¿Y por cuánto dinero venderían esa entrada los que han tenido la suerte de ganar el sorteo?
Piensa por un momento cuánto pagarías por un partido único, donde, en el último momento, tu equipo mete una canasta desde el medio del campo y se hace con el campeonato universitario después de 20 años sin ganarlo.
¿Cuánto?
Piensa en una cifra.
¿La has pensado?
No.
Pues piénsala.
¿Ahora sí?
Espero que sí.
Pues venga, sigo.
Desenlace:
Los que no consiguieron la entrada, de media, estaban dispuestos a pagar unos 150 euros.
Lo equiparaban a salir de cena a un buen sitio con sus amigos y después tomar algo por ahí.
Para ellos, eso era comparable a la experiencia de ver el partido de baloncesto.
Pero… pero… ¡pero!
¿Y los que ya tenían la entrada? Los que habían esperado en una cola inmensa, habían pasado días en una tienda de campaña...
Esos privilegiados que sabían que disfrutarían de una experiencia única.
¿Cuánto?
Dímelo de una vez, ¡por favor!
Vale.
1.750 euros.
¿Cómo?
Sí, 1.750.
Fíjate ahora ya sabes cuanto “fastidia” perder algo que consideras tuyo.
Poca broma.
¿No crees?