Hoy me he despertado de la siesta.
Soy de siesta. A muerte.
De cinco minutos o de travesía por el desierto. Me da igual.
Lo curioso es que, justo al despertarme, me encontré con una historia en la tele que parecía de ficción… pero no lo era.
Una alumna de universidad.
Diez trabajos que entregar.
Tres hechos. Siete sin tocar.
Hasta ahí, algo bastante normal. ¿No?
Lo que vino después es lo que te revienta los esquemas.
Porque no fue ella quien fue a hablar con el profesor.
Ni fue para pedir perdón, ni una segunda oportunidad.
No.
Fue otra persona.
Alguien que no tenía nada que hacer allí.
Alguien que, en teoría, ya no debería intervenir en esos asuntos desde hace años…
Pero intervino. Y no vino sola.
Montaron una reunión.
En la sala estaban: la decana, el profesor, la alumna… y dos personas más que no te esperas.
Una de ellas era su madre.
La otra… el abogado de la familia
Sí.
Como te lo cuento
Un abogado.
Todo porque a su hija la habían suspendido por entregar solo 3 de 10 trabajos.
¿Y sabes qué?
Esta es la misma lógica que arrastra a mucha gente cuando empieza a invertir o quiere mejorar su economía:
Quieren crecer…
pero con red.
Quieren libertad…
pero que alguien les firme que todo saldrá bien.
Buscan al “adulto responsable” que les asegure que no sufrirán, que no perderán, que no fallarán.
¿La realidad?
No existe, no se le espera.
Así que … si sigues buscando a tu el cobijo de tu madre en el mercado…
… sigue buscando con suerte la encontrarás antes que Marco encontró la suya.
Eso con suerte.
Y por eso existe habitación 404.
Para romper de una vez con ese patrón.
Para dejar de buscar garantías y empezar a tomar responsabilidad real.
Aquí no hay madre.
No hay abogado.
Hay realidad.
Un sitio donde puedes entrenar cómo piensas sobre el dinero de verdad.
Apúntate antes de que te suspenda el mercado:
Yo creo que todos hemos sido en algún momento víctimas de ese miedo a hacer de funambulistas sin red de seguridad.
Si no cuando eres más joven lo serás cuando seas más mayor.
Pero es un rito iniciático por el que hay que pasar si quieres empezar a jugar al juego de hacerte cargo de ti mismo.
Veo esa habitación como la puerta que separa el mundo de los que no quieren saber, de los que no quieren hacerse cargo de sí mismos, de los que sí.
Y eso da miedito :-)
Buen post.