Son las 18.21
Estoy en una cafetería .
He dejado al “heredero de mi imperio” en el cine.
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Así que por arte de magia, tengo dos horas libres.
Son tantas que no sé qué hacer.
2 horas libre de cualquier tipo de obligación parietal.
¡Flipa!
Bueno, la verdad ya las he ocupado.
Unos minutos para escribirte este mail
Y otros para ir a correr.
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Sí, me estoy poniendo en forma.
Solo running, los burpees no son lo mío.
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Pal caso
Antes de llegar aquí.
He visto en la calle a un colega que trabaja en una financiera.
Tiene casi 50 Tacos.
Y me dice que casi le da un infarto después de ir al reconocimiento médico de la empresa.
Resulta que tenía la tensión por las nubes.
Más alta que la matrícula de un avión.
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Si no conseguía bajarla ya, se moriría.
El médico al ver los datos, se quedó tan sorprendido que no entendía como no le había dado ya un ictus.
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¿Bestia?
¿Verdad?
Tenía que bajar si o si
¿La solución?
Dos.
No tres, dos sí.
¿Cuáles?
Tomarse una pastillita todos los días.
O dejar el trabajo.
Ya sabes por la que optó.
¿Cuál elegirías tú?
Fíjate lo que piensa.
“Si no la palmo antes de jubilarme no me queda otra que seguir trabajando, a ver, sino quien va a pagar la hipoteca de la casa y del piso de la playa”
“¿Cómo me voy a arriesgar a perder todo eso?”
¿Y tu salud?
Malo será.
Y aquí viene lo importante.
Fíjate lo que cambiaría la situación si en vez de deudas tuviese un ahorro importante.
Quizás podría dejar de trabajar y montarse por su cuenta.
Así tendría menos estrés y menos tensión
(Todo de lo malo menos, bastante menos…mira tú)
Que dios le coja confesado.
Así que esto de ahorrar no está mal.
Y si eres bueno y lo hace con sentido.
En vez de seguir en un trabajo que te mata, habrías mandado toda a tomar “por viento”.
¿Qué no?
Vaya sí.
Esas son unas de las razones por lo que las finanzas son importantes.
Demasiado.
¿No crees?
P.D: Perdona que me he liado, así que voy a tomar el café que se me enfría.