Studio 54 era un mito. Mi primer trabajo, también.
Te cuento algo.
Una historia real, no basada.
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Mi primer trabajo fue de….?
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de figurante en una discoteca.
Sí, me pagaron por eso.
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Aunque sinceramente, nadie me preguntó si hubiera ido gratis (menos mal).
20 euros.
2 horas.
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¿La misión?
Beber copas.
Dos copas gratis, de hecho.
Y de regalo… un frisbi.
Sí, un frisbi: ese plato de plástico que tiras y a veces vuelve, como un bumerán despistado.
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Tenía que bailar un poco.
Animar la fiesta.
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Qué duro, de verdad.
Lo peor no fue eso.
Lo peor es que, aun así, no vino ni el tato.
Ni ambiente, ni baile, ni chispa.
Solo algunas fieras sentadas en los sillones, morreándose como si fueran extras de una película de serie B.
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Una discoteca medio vacía.
Un frisbi en la mano.
Dos copas en la sangre.
Y yo pensando:
“¿De verdad esto era el trabajo soñado que me vendieron?”
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La vida está llena de figurantes que venden fiestas vacías.
Y de ilusiones que no resisten ni dos copas.
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Y luego está lo de verdad.
¿En donde?
En Habitación 404 no hay burra si se vende.
Tampoco castillos con techos altos y retiros en la playas paradisíacas.
Es así.
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Esto va de herramientas reales.
Mentalidad real.
Y estrategias que no dependen de brillar en la oscuridad como un gusyLuz (existen míralo en Google).
¿bailar solo en discotecas vacías?, no sé, no lo veo.
Si quieres construir algo que no se derrumbe con el primer resacón financiero…
puedes pasar.
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Habitación 404.
No hay frisbis gratis.
Hay claridad brutal.