Unos de los suyos (I).
Hay un momento en la vida en que crees que ya estás dentro.
Que ya eres uno de ellos.
Uno de los que no piden permiso.
Uno de los que marcan el paso.
Eso pensaba Christopher Moltisanti aquel día.
La forma en que caminaba.
La manera en que pedía whisky sin esperar a que se lo ofrecieran.
La seguridad con la que hablaba de negocios, como si ya llevara una década en el juego.
Silvio le miraba en silencio.
Paulie sonreía de medio lado.
Tony, desde su rincón, lo observaba sin mover un músculo.
Christopher parecía uno de los suyos.
Y puede que, por un instante, hasta lo fuera.
En el dinero pasa algo parecido.
A veces, un pequeño acierto
te hace creer que ya has llegado.
Que ya dominas el juego.
Que ya formas parte del círculo de los que ganan sin preguntar.
Pero no hay error más caro
que confundir una buena jugada
con haber ganado la partida.
El respeto, en la calle y en las finanzas,
no se regala.
Se construye.
Y se pone a prueba cuando menos lo esperas.
Mañana te cuento qué pasó
cuando Christopher tuvo que jugarse algo más que su pose.
¿Consiguió ser uno de los suyos, o de ellos, o de los nuestros…?
O se con las ganas?
Mañana más…
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